Haciendo vino del terreno

6:30h. de la mañana. La familia se levanta con un propósito: hacer unos cuantos litros de vino casero, como cada año. Las cosas hechas por uno mismo tienen un encanto especial, y esto también puede aplicarse al vino. Lo primero que hay que saber es que hacer tu propio vino es algo muy seguro, ya que las bacterias que pueden ser malas no sobreviven en el vino una vez que este fermenta.

Lo primero es recolectar la uva que ya, en esta época, está madura y dulce. Una vez recogidos todos los kilos, nos dirigimos al cortijo para comenzar a molerla. Nosotros lo hacemos pisando la uva dentro de un saco que nos sirve de colador, en una primera fase. Luego, para poder sacarle más mosto, se pasa la uva por una prensa. Así de fácil, el mosto solo deberá descansar una tinaja hasta que fermente.

Para las 13:30h. ya está todo terminado. Una vez que ya sea vino lo trasegaremos a botellas con una manguerita, separando el jugo del orujo que quede en el fondo.

Así que para poder saber si el vino ha salido bueno nos quedan aun unos días de espera. Mi abuelo dice que «Por San Andrés, el vino viejo es».  ¡Ya os contaremos!